martes, 25 de enero de 2022

La historia oculta de una Bicicleta BMX | Redline RL-20


Buen día hermanos bikers, en esta ocasión les voy a contar algo triste y anecdótico a la vez.

Entre los innumerables grupos de ciclismo a los que pertenezco, me llegó la publicación de esta bicicleta BMX antigua, como de principios de los 80s y me recordó una escena de mi vida, cuando laboraba en conocida tienda de Bicicletas, hace ya como 15 años.

Mi trabajo era hacer y enviar anuncios de prensa a diferentes periódicos y revistas, diseñar todo la papelería, letreros y lonas referente a la tienda y mandarlo a imprenta así como a sucursales, entre otras cosas de diseño gráfico.

A veces para matar el aburrimiento en mis ratos francos (Por lo general hacía rápido mi trabajo o a veces eran repeticiones con leves cambios) me daba una vuelta por el taller de bicicletas, me gustaba curiosear entre las bicicletas que llevaban los clientes a reparar e incluso a restaurar.

Llegue a ver bicicletas de los años 50s, todo tipo de Choppers y Vagabundos, Recumbentes, de dos y tres plazas, triciclos raros, monociclos y en una ocasión me tocó ver una bicicleta como de dos metros de alto (Creo era de algún circo!). Bueno, hasta el carrito de Google Maps con sus cámaras periféricas llegó a caer allí.

Entre esas maravillas, una vez vi una bicicleta BMX importada de Estados Unidos, era una Redline RL-20 (1984) de color blanco y cuadro sencillo, la bicicleta se veía intacta, vieja y con rasgos del tiempo pero nunca usada, lo cual llamó más mi atención, pues para el tiempo que tenía era imposible ver una asi con pintura, calcomanías y componentes originales, llamada "Survivor" por los coleccionistas y restauradores.

Le pregunte al mecánico si no sabía algo referente al dueño y si no la vendían, pues me interesó de sobremanera, me dijo que cuando vengan por ella me avisaba, la oficina de diseño y publicidad estaba a unos pasos del taller.

Pasaron unos días y el mecánico (Se llama Ángel) me avisó que el dueño de la bici ya estaba allí, así que fui a su encuentro, era un señor joven como de 45 años aprox. blanco y entrecano, con ropas de calidad; Con varo, pues.

Me presenté y le pregunté si no vendía la bicicleta y me dijo lo siguiente: "Esta bicicleta era el regalo de cumpleaños de mi hijo, era una bicicleta que deseaba mucho y se la traje de Estados Unidos, la bicicleta llegó unas semanas antes y la guardé en el garaje para dársela el día esperado. Lamentablemente falleció por una enfermedad en el corazón de la cual no teníamos conocimiento. Hace unos días, cuando hacíamos limpieza me la encontré en su caja, tal como la había guardado en el garaje hace ya como 8 años, le pregunté a mi esposa que podíamos hacer con ella y decidimos restaurarla para regalársela a un sobrino nuestro, de 12 años de edad, más o menos de la misma edad que tenía mi hijo"

Por su puesto que ya no le insistí en comprársela, incluso ya ni hablamos de eso, él ya tenía un destino para la bicicleta. Nos despedimos y se llevó su bicicleta la cual haría feliz por fin a un niño.

La anécdota aquí es fácil de intuir y tal vez hasta me la guardé en la bolsa para sacarla en el momento adecuado, pero pienso que si compras un regalo para alguien, no esperes una fecha especial para entregárselo, hazlo feliz tan pronto como puedas pues no sabemos que puede pasar al siguiente minuto. Igualmente si compras una camisa (Por decir un ejemplo) para un evento especial, no esperes ese momento especial... Ese momento especial es ahora, el momento especial es la vida... Ponte esa pinxe camisa!

Por: Lalo Paredes | Foto: Mr. Nes

jueves, 13 de mayo de 2021

Muere a los 90 años Paul Van Doren, creador de las míticas zapatillas Vans


El innovador empresario construyó un imperio desde el sur de California apoyándose en la cultura del surf, el ‘skate’ BMX y el punk. Paul Van Doren, cofundador de Vans, la empresa de zapatillas de California inseparables de la cultura skater y el punk de los noventa, murió ayer a los 90 años. La noticia se conoció a través de las redes sociales de la compañía, con sede en Costa Mesa, al sureste de Los Ángeles, sin que se incluyera ninguna información sobre las causas del fallecimiento. “Los atrevidos experimentos de Paul en el diseño de productos, la distribución y el marketing, junto con su habilidad para los números y la eficiencia, convirtieron un negocio familiar de calzado en una marca mundialmente reconocida”.

Hijo de un inventor y una costurera, Van Doren nació en Boston en 1930, en plena Gran Depresión. Con 14 años abandonó el instituto y se puso a trabajar. Su labor optimizando la producción de zapatillas en la empresa Randy’s Rubber Company East de Randolph, Massachusetts, fue tan buena que la gerencia lo envió a Randy’s West en Garden Grove, California, que era entonces la tercera fabrica de calzado más grande de Estados Unidos, para que la mejorara. Van Doren lo consiguió.

En el verano de 1964 instaló un puesto de Randy’s en el Open de Surf de Estados Unidos. Allí conoció al legendario surfista hawaiano Duke Kahanamoku y se ofreció a hacerle un par de zapatillas a juego con su camisa hawaiana. Gracias a esas zapatillas, Van Doren entró en la comunidad de este deporte, un lugar del que ya nunca saldría. Vans es todavía hoy el patrocinador principal del campeonato.

Tras una disputa con la dirección de Randy’s, Paul se lanzó por su cuenta, con una inversión de 250.000 dólares (unos 205.000 euros al cambio actual) y la intención de fabricar zapatillas y venderlas directamente en la fábrica de Anaheim, California. Los padres de su mujer, su cuñado, sus hermanos, su hijo y sus hijas trabajaron en la construcción, la pintura y ayudaron a montar las máquinas de Vans. El eslogan de la primera caja de zapatos era “Canvas Shoes for the Entire Family” (zapatos de lona para toda la familia). Tuvieron tanto éxito que al principio les costaba afrontar la demanda. Sus zapatillas tenían personalidad propia, motivada por el diseño doméstico. Por ejemplo, sus emblemáticas suelas waffle surgieron en realidad por un defecto. Las suelas originales se agrietaban, así que creó un patrón más denso que se convirtió en su seña de identidad.

Esa suela añadía agarre, algo que gustó a los skaters, que se convertirían en los primeros en hacer que el nombre de la marca se extendiera fuera de California. Van Doren potenció esa conexión. “Todo el mundo echaba a esos chavales de los parques. Y aquí hay una empresa que les escucha, les apoya y les hace zapatillas”, declaró Van Doren a Los Angeles Magazine. Además, Vans concibió con los skaters Stacy Peralta y Tony Alva en 1976 las #95, después llamadas Era, que se convirtieron el emblema de una generación. También fundarían Vans skate team. Después llegaría el equipo de surf y el de BMX.

Paul Van Doren tuvo también una idea única: No solo vendían las zapatillas en pares, se podían comprar individualmente. Algo que le venía fenomenal a los skaters, que siempre gastaban una antes que la otra. La personalización fue uno de sus grandes elementos diferenciadores. Fabricaba zapatillas a juego con los vestidos de moda o los uniformes escolares. De hecho, su icónico diseño ajedrezado nació observando a los estudiantes del instituto Huntington Beach. “Vimos que los niños dibujaban tableros de ajedrez en la tira de goma de la zapatilla, entonces los imprimimos en la goma y luego en la lona”, contó Steve Van Doren, hijo del fundador y actual vicepresidente de Vans en una entrevista. “Así es como surgió, simplemente los clientes nos guiaban”.

“Los mejores maestros en el arte de la venta al por menor son los propios clientes”, escribió Paul Van Doren en sus memorias Authentic: A Memoir by the Founder of Vans (Auténtico: memorias del fundador de Vans), publicadas unas semanas antes de su muerte. A Vans, tener el punto de venta en la fábrica (ahora producen fuera de Estados Unidos) les daba la flexibilidad necesaria para ofrecer respuestas rápidas.


La popularidad de la marca se disparó después de que Sean Penn apareciera en la película de 1982 Fast Times at Ridgemont High (traducido en España como Aquel excitante curso) con su propio par de Checkerboard Slip-Ons. Se cuenta que Penn, californiano de Santa Mónica, era un fanático de Vans y compró un par de zapatillas ajedrezadas para su propio uso. Cuando aparecieron en la película, Vans se convirtió en una sensación, doblando su facturación de 20 millones a 40 millones de dólares.

Pero el éxito atrajo las imitaciones baratas. Vans fue una de las primeras perjudicadas por el auge de la piratería textil masiva, y la competencia replicó sus métodos. Eso mermó los beneficios de la empresa, que además fracasó en su intento de ampliar la base de clientes metiéndose en el mundo del calzado especializado para el fútbol, el baloncesto, el paracaidismo o el breakdance. La firma se vio obligada a declararse en quiebra en 1984. Paul Van Doren, que se había retirado en 1980, volvió ese año a dirigir Vans, pero no pudo evitar que la empresa fuera vendida a un banco en 1988, aunque la dirección siguió estando en manos de la familia.

Rebautizada como Vans Inc., salió a bolsa en 1991 y en 2004 fue vendida a VF Corp. La multinacional con base en Denver es propietaria de otras marcas como Dickies, JanSport, Timberland y The North Face. “VF entiende que los orígenes de una empresa pueden fortalecer la marca”, escribió en sus memorias Paul Van Doren.

En los noventa, Vans vivió un renacer. Fue pionera en la moda de las colaboraciones. Lo hizo con Disney, Star Wars o Supreme. Desde 1995 patrocina el Warped Tour, la gira mundial itinerante del entonces floreciente punk californiano, cuando bandas como The Offspring, Green Day o NoFX vendían millones de discos con un sonido heredado de los Ramones y una estética skater. Vans se convirtió en el calzado que identificaba a los seguidores de esos grupos. Pero también se expandió más allá del streetwear. A partir de 2003, la colección Vans Vault recuperó clásicos y eso la ayudó a entrar en la escena de la alta costura colaborando con Karl Lagerfeld, Marc Jacobs o Kenzo.

Más de medio siglo después de su fundación, Vans es un icono mundial omnipresente en las calles, que lo mismo se puede ver en los pies de un surfero de Cantabria que en los de Justin Bieber o las Kardashian. Patrocina eventos culturales y deportivos y mueve casi 2.000 millones de euros cada año. Tras la muerte de su fundador, tres generaciones de Van Doren ocupan puestos destacados en la marca. “Paul no era solo un empresario; era un innovador. La Van Doren Rubber Company fue la culminación de toda una vida de experimentación y trabajo duro en la industria del calzado”, se leía en el comunicado que la empresa publicó tras su muerte.

Iñigo López Palacios | El Pais

domingo, 16 de agosto de 2020

Entrevista a un ex-ladrón de Bicicletas

El robo de bicicletas puede ser un tema controvertido, pero comprender cómo piensan los ladrones y cómo perpetran sus “trabajos” realmente puede que te ahorre algún disgusto. Richard Cantle, fundador de la londinense Stolen Ride, ha indagado a fondo y ha entrevistado a un ex ladrón de bicicletas que le ha revelado sus propios trucos para evitar que te roben la bici.

¿Dónde y cuándo empezaste a robar bicis?

Empecé a robar bicis a los 16 años. La motivación era el dinero, porque las bicis son dinero fácil y rápido. Éramos dos, y robábamos bicicletas y motos de altas prestaciones.”

¿Te centrabas en un tipo de bicis y lugares de Londres concretos? ¿Cuál era el proceso de planificación?

Los principales objetivos eran las bicis de valor elevado, como las de carreras, fixie (de piñón fijo), Boardman (de carreras) o Ridgeback. Esas eran las bicis que se vendían mejor y más rápido, y las llamábamos oros (por su rendimiento en tiempo).

En cuanto a las ubicaciones específicas para bicicletas, había lo que llamábamos anillos o puntos calientes de Londres, donde la seguridad de las bicicletas parecía ser menos problemática. Cuanto más te acercabas al centro peor eran las cadenas, era donde la gente bajaba más la guardia. Si salías de Londres, las cadenas eran mejores y había menos lugares, así que el tiempo y el esfuerzo no merecían la pena. Los barrios de Islington, Hackney, West End y la milla central eran nuestro coto de caza. Cuantos más circuitos cerrados de televisión y más gente, mejor. Las personas son como ovejas, se sienten seguras y prestan menos atención cuando están juntas.

Al principio, unas veces acertabas y otras no. Pero a medida que pasó el tiempo y descubrimos que podíamos sacar dinero, nos especializamos mucho más. Por ejemplo, si no íbamos a venderla por más de 200 libras, ni la cogíamos.

¿Cómo robabas las bicicletas? ¿Qué herramientas y técnicas utilizabas?

Al principio utilizábamos cortaalambres y cortacadenas básicos que puedes comprar en cualquier tienda de bricolaje. Con el tiempo, mejoramos las herramientas y pasamos a un par de cortaalambres que un amigo nos compró de vacaciones en América. Eran unos cortacadenas reforzados y plegables de poco más de un metro, que cabían en la mochila y podían cortar cualquier candado de horquilla o cualquier cadena.

No te dejes engañar por los seguros Kryptonite, no son tan duros como pretenden. Igualmente, no uséis nunca candados de horquilla o tubulares, pues son más fáciles de forzar con una herramienta pequeña. Es una operación breve, discreta y silenciosa, simplemente parece que estés abriendo tu bici. Con los cortacadenas íbamos en motos de alto rendimiento, dos hombres en una. El que iba de paquete llevaba las tenazas. Cuando encontrábamos una bici, el paquete saltaba y cortaba la cadena en cuestión de segundos. Guardaba el cortacadenas en la mochila, se la daba al conductor y este se alejaba conduciendo la moto, mientras el paquete se iba pedaleando la bicicleta. Podíamos hacer esto hasta cinco veces por noche, todos los fines de semana.

¿Cómo y a quién vendías las bicicletas robadas?

Al principio usábamos sobre todo la página de anuncios Gumtree. Pero cuanto más vendes, más gente conoces y más contactos haces. Llegamos a tener enlaces por todo Londres —norte, sur, este y oeste—, Southend-on-Sea, Colchester, Hull y Leicester. Cuanto más lejos tenía que ir una bici, más las vendíamos por paquetes. Un contacto en Southend pagaba menos si compraba diez unidades de golpe y pasaba a recogerlas en una furgoneta una vez al mes. No vendimos nunca las bicis por piezas; no merece la pena, es demasiado tiempo y esfuerzo.

¿Cuánto tardabas en vender una bici y cuánto ganabas de media por cada una?

Una bici podía venderse en cuestión de minutos, en el mejor de los casos, a uno de los muchos contactos habituales. Como mucho, en un día o por ahí. No dejábamos nunca las bicis en casa, siempre estaban guardadas a llave en la calle. En cualquier lugar, incluso delante de comisarías de policía. Si la policía entraba en tu casa, nunca encontraban ninguna mercancía.

¿Esto de robar y vender bicis era un trabajo a tiempo completo? ¿Cuántas bicis podías robar al mes?

No, yo trabajaba a tiempo completo como carretillero, pero con ese dinero apenas podía pagar las facturas y el alquiler. No puedes vivir con el salario mínimo hoy día.

Los precios eran la mitad del valor de la bici en la tienda. Así que una bici de 1.000 libras se vendía por 500 a alguien en Gumtree o, si era un enlace habitual, entonces por 400. Trabajábamos los jueves, viernes y sábados al caer la noche. La policía está demasiado ocupada con los borrachos a esas horas. De media, robábamos diez bicis por fin de semana.

¿Alguna vez has robado por una petición concreta? ¿Controlabas a determinados ciclistas y bicis durante un tiempo antes del robo?

No, eso alarga el proceso; literalmente, salíamos montados en la moto hacia el centro y nos limitábamos a pillar bicis donde fuera: delante de estaciones de metro, aparcabicis, verjas metálicas, aparcamientos subterráneos para coches, parques de bicis, etc.

Desde que frenábamos hasta que cortábamos la cadena y guardábamos las tenazas en la moto, pasaban diez segundos como máximo, así que nadie se daba cuenta de lo que ocurría. Supongo que casi tienes que preguntarte: ‘¿Acabo de ver esto realmente?’. Nadie se nos ha enfrentado nunca ni nos ha dicho: ‘¿Qué haces?’

¿Tuviste que aplazar el robo de alguna bici? ¿Por culpa de la ubicación o de las medidas de seguridad?

Los circuitos cerrados de televisión no eran problema. Llevábamos cascos, así que no nos podían identificar (o como mínimo eso creíamos). La ubicación tampoco importaba, éramos jóvenes y temerarios, y no nos importaba ni la seguridad ni las personas. Si algo salía mal, volvíamos a montarnos en la moto y nos largábamos.

¿Alguna vez pensabas en el dueño de la bici? ¿No te sentías culpable?

Sí, siempre; tampoco voy a decir que era un tío frío sin corazón. Pensaba mucho en la víctima, pero en este trabajo reina la ley del más fuerte, ese trabajo. Sentía pena por la víctima y por cómo debía de sentirse, pero el dinero te hace hacer cosas que no deberías. ¿Cómo puedes vivir en un mundo intentando enseñar a los niños a llevar una vida digna cuando están rodeados de ricos rufianes que no respetan las leyes, y las pobres personas normales que trabajan y cumplen la ley no pueden permitirse comprar ropa para abrigarse por culpa de lo que cuesta todo? ¿Por qué las cosas cada vez eran más caras, y lo siguen siendo, pero los salarios son cada vez más bajos? Nadie puede responder a estas preguntas.

¿Por qué decidiste dejar de robar bicis? ¿Hubo algo concreto que te hizo dejarlo?

Me pudo la avaricia y me pillaron. Al final, el dinero se te sube a la cabeza. La policía y un helicóptero nos persiguieron una vez después de un intento fallido. Estábamos en un lugar iluminado y varios coches de poli se detuvieron; conseguimos esquivarlos, pero ya teníamos el helicóptero encima.

Nos condenaron a 18 meses en un centro para jóvenes delincuentes a los 20 años. Pasé mi 21 cumpleaños, la Navidad y el Año Nuevo en prisión y, no voy a mentir, me rompió el corazón no poder estar con mi familia, los niños o simplemente en casa esos días del año.

Aprendí que la familia es más importante que llevar ropa de marca o unas zapatillas caras, o tener un montón de dinero. Todo eso se me vino encima cuando el juez pronunció las palabras y vi a mi madre y a mi niña de tres años rompiendo a llorar en el tribunal. Mi madre era una mujer fuerte y esa fue la primera vez que la vi llorar de puro amor; no estaba enfadada, de ningún modo, comprendió que era una mala época.

Las había decepcionado, y sabía que mi madre lloraba porque sentía que no me había sabido educar bien del todo. Mi viejo no puso ni un pie en el juzgado y fue por la misma razón, porque estaba avergonzado.

Y ese es el peor sentimiento: saber que había decepcionado al hombre a quien admiraba. Me sentía avergonzado.

¿Cómo intentarías impedir que te robasen la bici? ¿Cuáles son tus mejores consejos?

No utilices nunca una cadena, es demasiado fácil de cortar. Utiliza un candado de horquilla pequeño en las ruedas delantera y trasera. Si el candado tiene movimiento, eso significa que las tenazas del ladrón tienen juego pero, en el ángulo correcto, no podrán cortar. Los candados de horquilla duros son difíciles de cortar porque necesitas el ángulo correcto para tener suficiente fuerza para cerrar las tenazas.

¿Qué pueden hacer la policía y las autoridades, en tu opinión, para ayudar a los ciclistas a proteger sus bicicletas? ¿Quién tiene la responsabilidad de ayudar?

Me parece que la policía no puede hacer mucho hoy día, a menos que te pillen in fraganti cortando una cadena. Hay demasiados derechos humanos.

Los números de serie de las bicis pueden borrarse con mucha facilidad, los limas y pintas encima. Deberían hacer los números de serie de un modo más seguro y debería establecerse un registro de bicis, un poco como los coches, creo. El único modo que veo es que rocíes con un aparato de agua inteligente especial, invisible, y que básicamente es como un código de ADN de tu bici y solo puede verse con luces ultravioletas.

Los dispositivos de seguimiento sí eran un problema, pero por eso dejábamos las bicis en la calle; si las encontraban, la policía se limitaba a devolverlas. Los aparcamientos seguros son el peor lugar donde dejar la bici. Son tan tranquilos que puedes estar un buen rato sin levantar sospechas.

¿Hay algo más que te gustaría compartir?

Solo me gustaría devolver algo a la sociedad, ya que le quité tanto; es lo mínimo que puedo hacer. Pido perdón a las personas a quienes robé la bici, pero eran malos tiempos y, a menos que lo hubieras vivido, no creo que lo puedas entender. Pero estoy muy arrepentido.

Visto en | We love Cycling

domingo, 9 de agosto de 2020

El alma del Walkman siempre ha sido el casete y sus infinitas posibilidades para grabar

Muchos de nosotros rodábamos o practicábamos los trucos con uno de estos aparatos, y que más de una ocasión visitaron el suelo, la música siempre ha sido fundamental para nosotros los BMX desde Rock hasta Hip Hop, la mejor manera de andar en bici era escuchando nuestras rolas preferidas. Aquí les presento un artículo escrito por un estimado amigo Rogelio Garza sobre los 40 años de este aparato portátil.

La pequeña caja de música con audífonos cumplió cuarenta años. Una y otra vez se malinforma que el reproductor de casetes fue el primer dispositivo musical portátil. Antes del Walkman existió el radio de transistores que te cabía en la mano. Tuve uno Panasonic, era verde y sólo sintonizaba en AM pero eso era suficiente. También se inventó el Airmate, un radio con grandes audífonos de diadema tipo Bubulín, para caminar o andar en bicicleta. No era estéreo, funcionaba con una pila de nueve voltios y se escuchaba en AM o FM. Aún conservo uno.

En julio de 1979 apareció el Walkman TPS-L2 de Sony, que le dio al usuario el control total sobre la música que escuchaba. Su invención se la atribuyeron un par de listillos de Sony. Esto también es un error. Tras una serie de demandas el diseño se le reconoció al inventor alemán Andreas Pavel, en 2005. Pavel inventó el equipo estéreo personal portátil desde 1972. Sin duda cambió la forma de escuchar la música y otros hábitos. Luego se diseñaron los modelos deportivos. Sin embargo, el alma del Walkman siempre ha sido el casete y sus infinitas posibilidades para grabar. Las playlists actuales descienden de los mix tapes, la práctica que empezó con los diyeis y raperos de Nueva York que alcanzó nivel artístico en el audiolibro Mix Tape: The Art of Cassette Culture de Thurston Moore. Por primera vez pudimos grabar nuestras canciones favoritas, llevarlas y escucharlas en cualquier momento, lugar y actividad sin causar molestia. El Walkman nos permitió encapsularnos. Ponerse los audífonos y oprimir play es una forma de meditar, de aislarse en el universo personal.

"El alma del Walkman siempre ha sido el casete y sus infinitas posibilidades para grabar".

El Walkman era un gran invento que nos invitó a grabar cientos de casetes y a escucharlos hasta quedarnos medio sordos. Hasta que Phillips introdujo el Compact Disc en los noventa. Entonces Sony diseñó el sucesor de su gran hit: el Discman D-50. Siempre me ha parecido una mala ejecución, una adaptación delicada con problemas de portabilidad aun en sus versiones “extremas”. Durante la siguiente década, con el nuevo formato de música MP3, aparecieron el reproductor MPMan F10 de SaeHan Info Systems y el teléfono celular de Samsung SPH-M100, que almacenaba y reproducía canciones. Todos estos inventos precedieron a la caja mágica del iPod que apareció en 2001 y en la que se podían portar miles de canciones. Pero fue destronado por los smartphones, las aplicaciones y plataformas musicales para escuchar y compartir. Ahora, en un rewind al pasado, NINM Lab lanzó el It’s OK, un reproductor de casetes idéntico al Walkman con audífonos inalámbricos. La idea se mantiene intacta: la música sigue siendo su razón de existir.

Por: Rogelio Garza |19/07/2019
Visto en | La Razón

domingo, 28 de junio de 2020

GT Pro Freestyle Tour 1988


A mediados de los años 70, el bici-cross había crecido de un grupo de niños del vecindario que corrían sus Schwinn Sting-Rays alrededor de pistas de tierra en lotes vacíos del sur de California, hasta un fenómeno en toda regla. Gary Turner, un ex corredor de drag car, decidió construirle a su hijo una mejor bicicleta para usar, utilizando su experiencia en ingeniería y, en 1979, se fundó GT Bicycles, comenzando un ascenso meteórico para convertirse en una de las marcas de ciclismo más grandes del mundo hoy en día.

El hijo de Gary pedaleaba con el marco de su padre, luego otros niños querían uno igual. Richard Long, un operador de hipódromo y propietario de la tienda de bicicletas Pedals Ready en el Condado de Orange, pidió almacenar y vender los cuadros. Pronto, Richard y Gary se mudaron a un espacio dedicado para fabricar cuadros BMX de alta calidad en Santa Ana. El patrocinio de los corredores siguió y la distribución se extendió por los EE. UU. y Europa. Para 1981, las ventas habían alcanzado los 4 millones de dólares.

En 1984, un diseñador e inventor llamado Bob Morales se asoció con un compañero de BMX Freestyle, el legendario Eddie Fiola, para diseñar el cuadro Performer de GT, específicamente diseñado con un tubo inclinado que permite una revolución completa de la rueda delantera sin obstrucciones. Fue un éxito inmediato, evolucionando hacia este cuadro Pro Freestyle en 1988, diseñado por Eddie Fiola y Martín Aparijo con la aprobación de Gary Turner, momento en el cual los ingresos de GT se acercaban a los US $ 40 millones.

Brady Tokoly restauró este PFT, inspirado en Kevin Jones, 'The Master of Flatland'. Brady lo desarrolló con las bielas Power Series de GT, los pedales DX de Shimano, los bujes GT Chrome Superlace unidos a las llantas UKAI Speedline y los neumáticos NOS GT Freestyle. Con la compulsividad común a los coleccionistas de BMX, hizo clavijas personalizadas para ello, y restauró las palancas Dia-Compe Tech 7 y las pinzas Nippon. Ver más fotos de la restauración AQUI

Visto en | Cycleexif
Nota aclaratoria de | Tony Barruecos